
Pasen y vean que Mou paga la entrada: un árbitro 'desalmado' y ofendido, goles, protestas, penaltis, expulsiones... sólo faltó la mujer barbuda y el hombre elefante. Pero antes del circo copero se habló y bastante de la 'espaldinha' de Cristiano que ya pusieron en práctica otros 'titiriteros' millonarios del balón como Ibrahimovic y Ronaldinho. Una de esas rarezas del fútbol que prefiero se difundan por esos campos, las haga mi equipo o el contrario ya sea con 0-0, 2-0 o 14-1. Y que me perdonen el futbolista Raúl García y la 'cofradía' de los dolidos.También es de mal pensado proclamar que Cristiano practicó esta rara suerte para mofarse del rival cuando iban 2-0 y no para agradar al club que le paga 13 millones de euros y al público que, entre otras cosas, también paga por verle meter goles, escamotear rivales y correr como un galgo olímpico hacia la portería...
Erase una vez que a la afición madridista no le quedó otra que aplaudir a un fenómeno del Barça llamado Ronaldinho después de pasmar al Bernabéu (0-3, en noviembre de 2005 con dos goles suyos). Y algún pase a lo Magic mirando al tendido hizo el funambulista cuando el eterno enemigo era creativo y maravilloso fútbol y el Madrid una ruina derrotada. Nadie protestó -ni Ramos, al que le hizo una diablura tremenda-. La gente aplaudió por la rotunda exhibición y la plástica de su juego. A Djalminha, cuando intentó aquel sombrerazo de espuela bíblico en Riazor para burlar a media defensa del Real Madrid, lo mismo. Riazor se quedó atónito, como con el taconazo de Guti años después. Ningún defensa madridista, que yo sepa, se chivó de 'Djalma' por la ofensa. Y creo que ganaba claramente el Depor. Y aplausos a artistas adversarios del fútbol habrá habido en otros muchos sitios.
Sospecho que a Cristiano, por su actitud de macho alfa y su pose-postal de Armani, se le tiene algo de envidia y se aplaude en ciertos sectores todo lo que le perjudique. Confieso que cuando se pone a garabatear para después dársela a un compañero a dos metros irrita por insustancial. Esta vez inventó esa 'espaldinha' para habilitar un centro medido de Xabi Alonso a la cabeza de Sergio Ramos que no fue gol de milagro. Y aplaudo su osadía y ojalá le dé por más virguerías. ¿Raúl García habría reprochado la 'espaldinha' si la hubiese hecho el Kun en el Calderón? O es que le cae mal el luso. Futbolistas más arrogantes que Cristiano siempre los hubo y los habrá y hasta mucho menos respetuosos con el rival y la grada: el francés Eric Cantona, el búlgaro Stoichkov, el mexicano Hugo Sánchez. La patente de la arrogancia no es portuguesa.
El amor por el espectáculo y la libertad creativa del individuo en el baloncesto parece más clara. Inolvidables genios como Drazen Petrovic, Michael Jordan o Larry Bird gastaron esa misma suficiencia -chulería si quieren los dolidos- con compañeros y rivales y nadie se rasgaba las vestiduras. Al poco tiempo se asumió como parte de de su personalidad y de su juego. El Mozart de Sibenik, el gran genio de nombre Drazen, se paso años irritando a la afición rival en general y a la madridista en particular con su superioridad manifiesta. Sus partidos de 40 puntos, con sus brazos al aire, sus miradas de perdonavidas. El viejo pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid se estremecía cuando la Cibona de Zagreb nos visitaba y el genial 5 de ese equipazo, en conexión con su hermano Aleksandar no sólo nos birló y destrozó en la final de la Copa de Europa de baloncesto de 1985, sino que parecía divertirse haciéndolo, como si fuese parte de un ritual que le mantenía enchufado el partido. Cuatro años después fichó por el Real Madrid, derrotó a su antiguo equipo (la Cibona) vestido de blanco y él solito se marcó 62 puntos contra el Snaidero Caserta del genial Óscar Schmidt Becerra (54 puntos aquella noche de mayo de 1.989) para ganar la Recopa de Europa de ese año. Duró un año en Madrid porque la NBA era su sitio, pero los madridistas lo disfrutamos como si hubiese jugado 10 temporadas en el viejo Pabellón de la Castellana. Singular también fue Larry Bird, quién las tuvo y muy gordas: durante un partido entre los Celtics y los Sixers, allá por1984 se pasó todo el partido provocando a Julius Erving, el mejor jugador de basket del momento, jaleando cada canasta que metía en la cara del Dr.J (Erving) y burlandose de su noche aciaga. Cuando Bird había anotado ya 42 puntos, y Erving sólo 6, éste se cansó y la chispa saltó enseguida, formándose la inevitable tángana. Ambos resultaron expulsados, logicamente. Otra situación fue en un partido igualado en Seattle, Bird indicó el sitio exacto desde donde anotaría la canasta ganadora al rookie Xavier McDaniel. Con dos segundos por jugar, y tras un tiempo muerto, Bird recibió de espaldas al aro con Mr X (Mc.Daniel). marcándolo y tras una finta se echó atras y anotó a la cara del atribulado jugador de los Sonics desde el lugar exacto donde predijo.
Y por terminar con Bird, en un partido en Indiana, precisamente el 25 de diciembre, le dijo al jugador local Chuck Person que le haría un regalo de Navidad. Bird lanzó el triple ganador, con Person sentado sentado en el banquillo a pocos metros de él, y mientras el balón volaba hacia el aro, Bird espetó: "Merry fucking Christmas". Por supuesto, anotó. El Madison de Nueva York vio bastantes sesiones de Jordan de 40 y hasta 50 o más puntos. Y ganaba Chicago por 25 y el señor Jordan volaba y volaba sin motor como un helicóptero, hacia un escorzo que ni los físicos saben cómo y sonreía al defensor local de turno al tomar tierra. Confesaba 'His Airness' que era su tributo a un lugar sagrado para el baloncesto. Muchas estrellas de la NBA, Bryant o LeBron, intentan emularle en ese recinto de conciertos de Frank Sinatra, grandes veladas de boxeo... Creo yo que el Bernabéu -por donde han pisado Di Stéfano, Maradona, otros 'Ronaldos', Zidane, Rivaldo, Cruyff...- debe de significar para grandes como Cristiano o Messi algo parecido.
Y si se siente tan ofendido Raúl García que se la devuelva a Cristiano, la "espaldinha" digo. Dice la leyenda urbana que el gran norirlandés del Manchester United George Best en una desigual eliminatoria contra Holanda allá por los años 70, la "naranja mecánic" y demás... se cambió de banda para retar y burlarse del intocable Johann Cruyff. Lo hizo para demostrar que tenía más talento que el 'flaco', confesó a un periodista inglés antes del choque de egos. Y vaya que se la hizo. Best dribló a un par de defensores naranjas y esperó a que Cruyff llegase para regatearle con un monumental cañito. El orgullo 'oranje' no se quejó. "Si yo hubiese nacido feo, vosotros nunca hubiérais oído hablar de Pelé". Esto no lo dice el arrogante Cristiano sino el más arrogante Best en su época reconociendo que solo su encanto y dedicación a las mujeres -también al alcohol- le impedían ser mejor que 'O Rei'. "Hace algunos años dije que si me dieran elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con alguna Miss Mundo -según él hasta tres pasaron por su alcoba- iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas".
Y ya puestos a hablar de 'poetas' malditos hablemos de otro brasileño cumbre: Manuel Francisco Dos Santos, Mané, al que, como a Best, le encantaba burlar rivales, beber hasta dormido y salir con bellas 'gatas' (definición machista de la mujer en Brasil). Le apodaban 'Garrincha' al mejor extremo derecha que haya existido por un pájaro tan feo como veloz de las selvas del Mato Grosso. Porque lo que hacía ese montón patizambo de huesos no era jugar sino burlarse del contrario con sus amagos y recortes diabólicos.
El regateador prodigioso repetía y repetía el mismo abuso sobre el rival perdiendo, ganando o empatando. Cuentan los cronistas brasileños, que, a veces, se le vio hacer hasta cuatro o cinco de sus engaños típicos sin tocar la pelota hasta provocar que el defensa de turno se tragase uno y cayese al suelo como un fardo. No sé si algún Raúl García de la época se sintió ofendido pero a algún marcador infame (a los que Best etiquetaba como 'hijos de mala madre') lo regateó hasta tres veces en la misma jugada. Se llevó patadas voladoras, se hartó de antiinflamatorios por los golpes, pero nadie se quejó porque Garrincha prefería el goce para el público. A lo mejor decía por eso: "Yo no soy 'la alegría del pueblo' [mote que le pusieron], el pueblo es mi alegría". Le traía al pairo, como a Cristiano y tantos otros grandes, que el rival se sintiese agredido en su orgullo.
Imaginen los alucinados 'Oh' que soltaron las gradas y los periodistas europeos del Mundial de Suecia de 1958 cuando Víctor 'El Gordo' Feola (técnico de aquel Brasil) soltó en el tercer partido [Ni Pelé ni él jugaron hasta entonces por recomendación de psicólogos] a dos 'felinos' del regate, el amago, de frenazos y arrancadas exuberantes como su país de procedencia. ¿Es esto Suecia o un sambódromo de Río? Garrincha, cuyos desbordes provocaban risotadas de asombro, hacía sus diabluras ganando en cualquier latitud y campo rival. Pese a la anarquía en su vida (3 esposas, amantes, 14 hijos reconocidos y mucha farra), triunfó como referente en los dos primeros mundiales (Suecia 1958 y Chile 1962) de los tres en los que participó. De los 60 partidos con la 'verdeamarela', ganó 52, empató 7 y únicamente perdió uno, ante Hungría 3-1 en Liverpool (Inglaterra 1966). Como dijo el mediocapista izquierdo sueco Sigvard 'Sigge' Parling en la final del Rasunda Stadium de 1958 (5-2): "Después del quinto gol de Brasil quería aplaudir a Pelé". ¡Qué bien!, un rival respetuoso con los benditos titiriteros. Más chispa y menos pelotazos.
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