
A veces Dios escribe las historias más bonitas en renglones torcidos. Esta frase, que no deja de ser una verdad como un templo, se me vino a la cabeza cuando el sábado a las 9 y media de la mañana, camino del trabajo, cogí el Marca y leo: "Fallece Andrés Montes" a los 53 años de edad. Apenas pudo disfrutar un mes del Campeonato de Europa ganado por nuestra querida selección de baloncesto.
"¡Joder!", exclame. Supongo que habrá algún radical de turno que saltará con el típico "ni que se te hubiera muerto tu padre" o similar. Cierto, pero con la muerte del Negro Montes se va un trocito del corazón de todos los que le seguíamos desde cuando narraba los partidos del Madrid y del Atlético en Radio Voz. Antes había estado a las órdenes de García en Antena3 radio, había recorrido media Europa con el Madrid de baloncesto y aquellos duelos con los equipos yugoslavos, rusos, griegos en los que saltaban chispas.
Le amabas o le odiabas, pero no dejaba indiferente a nadie. Ahí estaba su verdadera magia, en arriesgar. Negro, pelao, con gafas de diseño y pajarita, como para no verle.
Andrés entendía el deporte como lo que es, un puto entretenimiento y te hacía de un Osasuna-Español o de un Golden State Warriors-Atlanta Hawks un auténtico show, te enganchaba con sus ocurrencias, anécdotas y vivencias.
"Algo se está moviendo al Sur de Madrid" decía cuando su Atleti estaba a punto de ganar la Liga en 1995, "Bienvenidos a la fábrica de los sueños. La factoría Disney" era el Santiago Bernabéu del Madrid de Laudrup (El hombre que debería jugar con frac), Redondo (El Príncipito Argentino) o del MVP Sanchís.
Por aquel entonces poco le conocían. En 1996, Alfredo Relaño (por aquel entonces director de deportes de Canal +) hizo una apuesta que le salió redonda. Fichó a Andrés Montes para narrar los partidos de la NBA de la que acababa de adquirir sus derechos. Montes junto a su inseparable Antoni Daimiel siguieron el camino que marcaron "Cerca de las estrellas" el genial Ramón Trecet con otro grande: Pedro Barthe. Le toco lidiar con la más fea. Los años de vino y rosas de la NBA quedaban lejos, con los Lakers del showtime de Pat Riley eran un equipo sin aspiraciones. Magic, Kareem, Byron Scott y Worthy ya no vestían de amarillo y púrpura. Los Pistons nada que ver con los Bad Boys de Isaiah Thomas, Rodman y Laimbeer. De los Celtics poco se sabía. Utah era una incógnita, el eterno aspirante y para suerte de todos Jordan decidió volver y dar otros tres anillos seguidos a los Bulls. Gracias a este magnífico comunicador nos quedábamos hasta las tantas, con ojeras, viendo NBA, pasando un buen rato.
Para él, el deporte era como la vida: un sinfín de vivencias, de experiencias y como tal narraba los partidos. Sus comentarios en los tiempos muertos (eternos en la NBA) y entre cuartos eran el verdadero atractivo del partido. Daimiel ponía el punto serio, pero sé que tenía que disimular la risa. Me acuerdo el día que le dio por llamar a Dennis Rodman "Adivina quien viene esta noche". No podía descojonarme más. Si habéis visto esa película os acordaréis cuando la hija presenta a sus padres a su novio, un maromo de raza negra con cierta pinta killer interpretado por Sidney Poitier. Los padres se quedan acojonados cuando lo ven. "Daimiel, imagínate que tu hija viene a casa a presentarte al novio y es Dennis Rodman. Con sus pintas, sus pelos, sus tatuajes, sus piercings. Daimiel, como te quedas!!!. Pues con la cara que se quedaron los padres de esa chica de la película". Nunca lo olvidaré, porque me estuve riendo un día. O cuando se pone a contar que si el peor italiano del mundo estaba en Detroit "un restaurante de ambiende dudoso, con cortinas y manteles rojos. Y mira que es complicado no hacer unos spaghettis normalitos, Daimiel. ¿Te acuerdas?". Me quedo con eso, con ponerte enfrente de la tele y que te dibujen una sonrisa... Merece la pena ver el partido entero por un detalle.
Podría explicar mil, otra de mis preferidas fue la que soltó tras una tontuna que dijo Iturriaga: "Itu, la cabeza no está para apoyarla en la almohada, ayyyy, está para pensar". Jajajaja.
Muchos dicen que si se perdía, se equivocaba.... todos nos equivocamos. Muy pocos consiguen que una legión de fieles se acuesten a las 4 de la mañana (o más tarde) tras ver un partido NBA.
No se me ha ido de la cabeza la narración del título de Chicago Bulls en Utah. El último minuto. Canasta de 2 de Su Majestad Jordan, robo a Malone y se la juega de nuevo con su equipo uno abajo. "Bienvenidos a Aereolinesas Jordan, vuelo 23.... Jordan, Jordan, Jooooooooordaaaaan".
Te hablaba de música con un conocimiento que poca gente tiene, de joyas de literatura que casi nadie ha parado a leer, de cultura con una soltura inusitada y por supuesto de deporte. No cargaba con tácticas, técnicas, no tenía malas palabras, ni siquiera con los del club Amarrategui Blues (esos tacaños del basket), los Estopa Mix (los que daban cera), o los Supertacañones (esos que protestan a los árbitros por todo)...
Luego vino el lujazo de tratar con la selección de los jugones: E.T (Gasol), Espartaco (Reyes), Mr.Catering (Calderón), Mojo Picón (Sergio Rodríguez), Multiusos (Garbajosa), Ricky Bussiness (Ricky Rubio) y compañía... nos narró un Mundial, dos Europeos y por medio el futbol con fatatas, tiki taka con su amo de llaves Salinas... ¡¡¡¡Dime algo Salinas!!!!.
Siempre tendremos tus coletillas en nuestra cabeza y tu visión lúdica de la vida y el deporte en nuestro corazón. El deporte y la vida sin ti será menos maravillosa.
El mayor de mis respetos, Maestro.
A donde estés te mando un abrazo maestro!
ResponderEliminarporque la vida puede ser maravillosa
http://miletralibre.blogspot.com